Se viene produciendo en América Latina una creciente ofensiva del poder imperial norteamericano tendiente a recuperar el control político de su antiguo "patio trasero", una parte del cual lo había perdido en esta última década debido a la presencia de gobiernos progresistas en: Brasil, Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, liderados por Presidentes progresistas y revolucionarios como: Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Lula, Dilma Rousseff, Hugo Chávez y Nicolás Maduro, Rafael Correa, Pepe Mujica y Evo Morales, entre otros. El poder imperial norteamericano junto con las derechas latinoamericanas, aprovechando la inestabilidad económica y política generada por la caída de los precios de los minerales y del petróleo, vienen utilizando todos los medios posibles para desprestigiar a dirigentes revolucionarios y producir golpes blandos, golpes parlamentarios, contando con la complicidad del poder judicial. Esta tenebrosa alianza ha estado involucrada en el Golpe de Estado contra Dilma Rousseff, dado por senadores y diputados corruptos del Congreso brasileño y ahora se preparan para actuar de manera abierta contra Venezuela, con el fin de derrocar al Presidente Nicolás Maduro, elegido democráticamente. Se busca derrocar o quitar del poder a los gobiernos progresistas para producir una restauración colonial en América Latina. Esta coyuntura demanda la mayor unidad de las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias de la región y un respaldo activo a los gobiernos progresistas de América Latina que están sufriendo la embestida imperial y de las derechas latinoamericanas. .
A diferencia de las elecciones de 2006 y 2011, la segunda vuelta de este proceso electoral se decidirá entre dos candidatos abiertamente neoliberales y defensores del status quo. El Fujimorismo ha obtenido una mayoría abrumadora en el Congreso (73 congresistas) que se explica por diversos motivos, entre ellos: una campaña millonaria e ininterrumpida en los últimos cinco años (cuyos fondos el Jurado Nacional de Elecciones no se ha molestado en investigar); el cuestionado papel de los entes electorales con la exclusión de dos candidatos y una aplicación selectiva de la ley (mientras Acuña fue excluido por entregar dinero a cambio de votos, el Jurado bendijo la entrega proselitista de dinero en el evento de "Factor K"); el alto porcentaje de voto blanco y nulo, así como la suma de los votos de los partidos que no pasaron la valla electoral, que incidieron en que el voto válido prácticamente duplique al voto emitido; la incapacidad de la izquierda de ser una opción real alternativa al fujimorismo; entre otros. Con un parlamento dominado por el fujimorismo y la derecha, y con una izquierda que cuenta apenas con 20 escaños, volvemos a un escenario similar a 1995, propicio para el ejercido de una política autoritaria y reacia al diálogo, y para el bloqueo de cualquier intento de fiscalización. Más preocupante aun cuando probablemente el actual Congreso no logre resolver temas como la elección del Defensor del Pueblo, de un miembro del Tribunal Constitucional, el nuevo Código Penal, la reforma electoral, el TPP o Acuerdo Transpacífico, entre otros. Esto sin mencionar la agenda social que no fue abordada en este quinquenio. Ante la falta de vías institucionales a través de las cuales se canalicen las demandas de los movimientos sociales, las calles cobrarán mayor centralidad política. Cinco años de profundización del neoliberalismo y de restricción de la libertad, con un contexto económico internacional sin visos de pronta recuperación, puede multiplicar las manifestaciones de descontento social.
En lo inmediato, la coyuntura electoral presenta una difícil disyuntiva: optar entre dos candidatos que representan el mismo modelo económico con diferencias mínimas en cuanto a programas de gobierno. Dentro del espacio progresista hay dos posiciones: el voto viciado y el voto PPK. Sin embargo, va ganando terreno la segunda opción. Mientras la primera se percibe como "purista", la segunda se percibe como más consecuente frente al enemigo principal, el fujimorismo. Hay que considerar que no estamos en condiciones de derrotar a ambos candidatos a la vez y que ya no existe una tercera opción. Asimismo, tomar en cuenta que mientras “Peruanos por el Kambio” es un proyecto personal que acabará inexorablemente el 2021, el fujimorismo es un proyecto de largo aliento que buscará prevalecer a lo largo del siglo XXI y que es el único .proyecto de derecha que puede disputarle el espacio nacional popular a la izquierda. Finalmente; que una victoria de Keiko Fujimori supondría una reivindicación del gobierno genocida, corrupto y autoritario de su padre, el retorno de una mafia con sed de venganza y de saquear las arcas del Estado, y una amenaza a la memoria histórica y la dignidad nacional.
Se propone los siguientes ejes de debate en torno a la estrategia del Bloque Nacional Popular a mediano plazo: El fortalecimiento de la organización: construir una estructura orgánica, impulsar escuelas políticas, participar en la vida política del país, participar en los distintos espacios de lucha del pueblo peruano. Las relaciones con el campo popular y progresista: retomar nuestra vocación unitaria y buscar la articulación de un proyecto político más amplio, realizar los esfuerzos necesarios para superar las diferencias que hayan existido con los partidos del campo popular y progresista Lucha política y electoral: contribuir a la conformación de un gran frente ciudadano antifujimorista, impulsar la inscripción de movimientos regionales a nivel nacional, de preferencia estableciendo sinergias con otras organizaciones políticas nacionales y locales, y articularlas en una coordinadora nacional, trabajar para la inscripción nacional.
del nacionalismo auténtico que retomamos se contraponen al nacionalismo conservador, antidemocrático e inconsecuente
Nacional e internacionalmente, vivimos profundas transformaciones hacia un cambio de epoca